“Los procesos de remodelación han de ser también un esfuerzo cultural. Hay que embellecer la ciudad no sólo con arquitectura, sino también con esculturas. Hay que hacer no sólo viviendas dignas, sino también ciudades dignas”. Estas palabras, pronunciadas por Enrique Tierno Galván en la inauguración de la primera fase de la remodelación del Poblado Mínimo de Vallecas en 1987, resume la filosofía con la que las administraciones dignificaron, no sólo las viviendas, sino el conjunto de un barrio, el de Palomeras Bajas, en pleno corazón de Vallecas con la construcción de un museo escultórico al aire libre.
Veinticinco años después de su inauguración, el museo presenta un lamentable estado de conservación. Las esculturas están cubiertas de pintadas, el parque lleno de basura, las aceras levantadas… La AV Palomeras Bajas lleva meses denunciando la situación al área de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Madrid. Esta mañana representantes de la asociación, acompañados de Paco Caño, responsable de Medio Ambiente de la FRAVM, se reunieron con la directora general del área para reclamar, de forma urgente, el diseño de un plan integral de conservación del parque que, si es necesario, implique a las áreas de economía, medio ambiente, urbanismo… entre otras para preservar este patrimonio, único en la ciudad.
Fue Javier Aleixandre quien asumió la responsabilidad de coordinar la labor realizada por los escultores Juan Bordes, Joaquín Rubio Camin y Jesús Valverde; el ceramista Arcadio Blanco y los pintores Ceferino Moreno y José Luis Pascual.
Todos ellos sembraron con sus obras los sinuosos espacios creados por Decorte en la plaza-jardín que, aún hoy, constituye un espacio nuclear de la convivencia en el barrio.
La plaza conecta los portales de los edificios que la rodean abriendo senderos peatonales mediante la creación de relieves artificiales que conforman laderas de umbría o solana en las que juegan variaciones de la textura de la vegetación.
Entre estas laderas se sitúan murales de cerámica, una secuencia esculpida en bronce a modo de mascarón de proa en el extremo de uno de los relieves artificiales o el “monumento a una persona importante”, construida en base a las propuestas realizadas por los escolares de los colegios Palomeras Bajas, Virgen Guadalupe y Ursulinas.