El pasado 26 de enero, el presidente Pedro Sánchez anunció a bombo y platillo los planes de su Gobierno para ampliar el aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas, confirmando un proyecto que AENA lleva meses desarrollando y que ha provocado la crítica de los colectivos vecinales y ecologistas. No en vano, más allá de la pompa que lo envuelve, ¿qué supone una iniciativa de esta magnitud para las poblaciones del entorno aeroportuario y el medio ambiente? ¿es realmente necesaria esta ampliación? ¿a quién beneficia?
Con el fin de responder a estas preguntas, la FRAVM y la Plataforma contra la ampliación de Barajas organizan una charla debate el próximo miércoles, 21 de febrero, en la sede de la primera entidad, que se encuentra en el Espacio Vecinal Paco Caño de Lavapiés (C/San Cosme y San Damián 24). El acto, de carácter presencial y abierto al público, comenzará a las 18:30.
El evento contará con la intervención del presidente de la Federación Vecinal, Quique Villalobos, y de dos expertos en las consecuencias del tráfico aéreo: Pablo Muñoz, de Ecologistas en Acción, e Itxaso Villelabeitia, doctora en medicina interna y miembro de la asociación Prou Soroll, que se conectará desde Barcelona.
El anuncio realizado por Sánchez ha generado una enorme inquietud en los colectivos vecinales de los 16 municipios que hoy en día sufren la huella sonora del aeródromo de Barajas, localidades en las que residen 675.000 personas. Nadie duda de que ampliar el número de vuelos incrementará notablemente la contaminación acústica y atmosférica que padecen en estos momentos. El proyecto de AENA prevé pasar de 70 a 90 millones de pasajeros al año. Según un estudio realizado por Ecologistas en Acción, las emisiones de CO2 del aeropuerto podrían aumentar un 34,96% en un escenario de 80 millones de pasajeros anuales en 2030.
Más allá de los daños en la salud y el medio ambiente, la ampliación de Barajas choca frontalmente con las políticas de transición ecológica y contra el cambio climático que dice defender el Gobierno de Sánchez, que en el campo de la aviación van en la línea de reducir aeródromos y vuelos, especialmente aquellos trayectos cortos que pueden realizarse en tren.
Además, representa una indudable operación especulativa del suelo que parece pensada para favorecer económicamente a bancos, constructoras y las compañías privadas que forman parte del accionariado de AENA, y no a los municipios del entorno aeroportuario. Recordemos que el proyecto contempla la construcción de una ciudad aeroportuaria de 323 hectáreas, con cientos de tiendas, centros comerciales y establecimientos hoteleros.
Sobre todas estas cuestiones dialogaremos el próximo miércoles en el Espacio Vecinal Paco Caño. Sugerente, ¿no?