“Manolo se dedicó por entero a sus vecinos y vecinas y al movimiento vecinal. Estaba en todos los frentes: en el cierre al tráfico de la Casa de Campo, en la rehabilitación de los edificios de Batán, en la batalla contra la contaminación acústica y atmosférica de la carretera de Extremadura, en la defensa de la educación pública…tenía una personalidad impresionante”. Son palabras de Cándida Campiña, actual presidenta de la Asociación Vecinal Unión Casa de Campo-Batán y sucesora en el cargo de Manolo, que lo fue durante muchos años.
Para la entidad, todas las palabras de reconocimiento hacia uno de sus fundadores y auténtico motor durante décadas, son pocas. No es para menos. “Si algún día la A-5 se transforma en vía urbana y cambia de nombre, debería llamarse avenida de Manolo Dorado”, sostiene Campiña, al recordar las incontables horas que dedicó a luchar por reducir las nefastas consecuencias en el vecindario del tráfico de esta autovía a su paso por Batán, su barrio. Si en estos momentos el Ayuntamiento de Manuela Carmena elabora un plan para transformar la salida de la A-5 en una avenida urbana es, en buena medida, fruto del empeño y entrega de personas como Manolo.
Horas incontables dedicó también a proteger y defender (del tráfico rodado y de cualquier otra agresión) su querida Casa de Campo. A través de la asociación vecinal, impulsó con Ecologistas en Acción y otros grupos vecinales y conservacionistas la Plataforma Salvemos la Casa de Campo, espacio que tanto ha contribuido a mantener este pulmón de la ciudad.
Trabajador de banca, Manolo estuvo toda su vida ligado a CCOO, sindicato en el que empezó a militar cuando todavía se hallaba en la clandestinidad. Miembro de la junta directiva de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM) durante años, organización en la que fue muy activo, también impulsó la Coordinadora de AAVV de Latina. En el plano de la política de partidos, militó en el PCE primero y en IU después.
A diferencia de otros activistas históricos que prefirieron anclarse en el paralizante “cualquier tiempo pasado fue mejor”, Manolo recibió con entusiasmo movimientos surgidos en los últimos años como el 15M, espacio en el que se mostró muy activo, a través de la Asamblea Popular de Batán.
Esta mañana, decenas de amigos y compañeros y compañeras de barrio y de militancia han acompañado a Maruchi, su mujer, y a sus tres hijas, en su último adiós a Manolo. La FRAVM, en nombre de las asociaciones vecinales madrileñas, les traslada todo su afecto y cariño, honrando la figura de una persona imprescindible para comprender la historia de este movimiento en Batán, en Latina y en la propia comunidad autónoma.
Muchas gracias por todo, Manolo. Hoy solo nos queda continuar tu senda de lucha y entrega por aquellos que menos tienen. Que la tierra te sea leve, compañero.