A partir de ahora, el Consistorio y la Comunidad de Madrid no podrán pasarse más la pelota ante la necesidad de mantenimiento, limpieza, conservación o regeneración de los espacios interbloque de las citadas 45 áreas, como llevan haciendo casi 40 años, para desgracia de sus vecindarios, que han visto como progresivamente se abandonaban y degradaban. Gracias al nuevo plan, será el Ayuntamiento el que se haga cargo de todas ellas.
La FRAVM se felicita por esta excelente noticia que, en palabras de su responsable de Urbanismo y Vivienda, Vicente Pérez Quintana, supone “cerrar un enorme agujero en el urbanismo madrileño”. Agujero que, hay que subrayar, se encuentra en barrios populares de 13 distritos, muchos de los cuales coinciden con los territorios más desfavorecidos de la ciudad. La mayoría se encuentran en el Sur y el Este, por debajo de la llamada diagonal de la desigualdad, el eje que va desde la autovía A-2 hasta la A-5.
El nuevo plan, que en su versión definitiva recoge buena parte de las alegaciones presentadas por la Federación Vecinal, afecta a 597,36 hectáreas de distritos como Usera, Puente de Vallecas, San Blas-Canillejas, Villaverde y Carabanchel, y servirá para beneficiar a más de 140.000 personas, que residen en 60.479 viviendas, según datos del Ayuntamiento de Madrid. Se trata de pisos que fueron construidos entre los años 50 y 80 del siglo pasado por diversos organismos públicos, gestionados por el Instituto de la Vivienda de Madrid (IVIMA), hoy Agencia de la Vivienda Social.
“Por fin el Ayuntamiento va a recepcionar miles de metros cuadrados de espacio público del IVIMA que estaban en el limbo, algunos de los cuales nos decían incluso que eran propiedad de los vecinos y vecinas o se desconocía el propietario”, indica Pérez Quintana, que durante décadas ha acompañado a las asociaciones vecinales de los barrios afectados en sus innumerables reuniones con responsables del Consistorio y del IVIMA para frenar la degradación de sus espacios interbloques. Y es que, con los años, el deterioro de muchas de estas zonas es alarmante, algo que se traduce en una mala conservación de la urbanización, abundancia de zonas terrizas en lugar de las primigenias zonas verdes, la existencia de lugares permanentes de depósito de basura y vertidos ilegales de escombros, entre otros males.
Hay que destacar que el plan, además de clarificar la titularidad de estos espacios, permite que en los casos en que se trate de suelos privados de uso público, el Ayuntamiento también se haga cargo de su conservación y mantenimiento. Además, prevé un presupuesto para obras de mejora, soportado con fondos de la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento.
Modelo de plan participado
La alegría de la FRAVM tiene que ver también con la manera en que se ha gestado el nuevo plan, ya que nace de un proceso participativo que podemos calificar de modélico. Iniciado en el mandato de Manuela Carmena, con el cambio de Gobierno el proceso fue retomado por el equipo del delegado de Desarrollo Urbano, Mariano Fuentes, manteniendo el mismo grado de participación vecinal.
Así, para la concepción del plan los técnicos municipales han mantenido en los últimos cuatro años decenas de reuniones con representantes de las asociaciones vecinales, incorporando sus apreciaciones y demandas. La mayoría de sus propuestas y alegaciones, así como las de la FRAVM, aparecen en el nuevo plan, que, en palabras de Pérez Quintana, supone un “importante ejemplo de plan participado, que muestra toda la potencia de la colaboración entre el tejido vecinal y la Administración municipal, un proceso que se debería replicar ante otras muchas cuestiones y con otras áreas e instituciones”.
Limpieza actual de las zonas interbloque
Detrás del actual conflicto sobre la falta de limpieza en las zonas interbloque, que sigue sin resolverse ya que los contratos de limpieza aprobados no entrarán en vigor hasta septiembre u octubre, se encuentra precisamente el limbo legal de estas zonas, algo que, con el nuevo plan, esperamos pase a formar parte definitivamente del pasado.