La ciudad de Madrid es una ciudad de clima continental riguroso que, en verano, alcanza temperaturas muy elevadas. Pese a ello, según la Asociación de Viandantes A Pie, en apenas tres décadas el número de fuentes públicas se ha reducido a más de la mitad, quedando sólo 1.843 de las cerca de 4.000 que existían a finales de los años setenta. La mayoría se encuentran en parques y en zonas ajardinadas y apenas medio millar (562) en las calles, una distribución que obliga a las vecinas y vecinos de la capital a andar una media de 5,2 kilómetros para encontrar un surtidor. Quizás algo menos en Moncloa-Aravaca, Vallecas y Tetuán y, probablemente, algo más en Retiro y Centro. Para colmo, de las 562, cerca de la mitad no tiene agua o no funciona.
Esta semana, la Asamblea Ciudadana del Barrio de Universidad (ACIBU) solicitará al concejal del distrito Centro, José Enrique Núñez, que instale fuentes para beber en los lugares más demandados por las vecinas y vecinos y que reparen las que están estropeadas. “Las fuentes -subraya Carlos Osorio, portavoz de la asociación- son bienes públicos que crean vida en los barrios, hacen más habitable la ciudad y evitan el excesivo consumo de agua embotellada”. “Confiamos -añade- en que la Junta Municipal será sensible a la petición”.