El glifosato, un pesticida tóxico de la multinacional Monsanto (la de los PCBs, el agente naranja o los transgénicos), se utiliza desde hace décadas para eliminar “malas hierbas” en los campos donde se cultivan nuestros alimentos, en las cunetas de nuestras carreteras y vías férreas, o en las calles y parques de nuestras ciudades y pueblos. Centenares de miles de personas se ven expuestas todos los años a esta sustancia tóxica. En estudios realizados en Europa casi la mitad de los ciudadanos que estuvieron en contacto con ella presentaba este veneno tóxico en la orina.
En junio de 2015 la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (de la OMS) incluyó al glifosato en su listado de agentes probablemente cancerígenos, y es extremadamente dañino para la biodiversidad y nuestro medio ambiente. Por este y otros motivos sus consecuencias son nefastas para la población.
En verano de 2016, la ciudadanía europea, gracias a una larga e incisiva campaña, consiguió desbaratar los planes de la Comisión Europea de renovar por diez años la licencia al glifosato, y tuvo que conformarse con una breve renovación de 18 meses. Todo un gran logro, teniendo en cuenta la intensa actividad de los grupos de presión de la industria química. Pero los grandes fabricantes de herbicidas, como Monsanto, siguen presionando para proteger sus beneficios. Con sus acaudalados bolsillos pagan “estudios” y opiniones “de expertos” para demostrar que su producto es seguro.
En el Estado español más de 150 administraciones ya han aprobado mociones en las que se comprometen a no utilizar glifosato en el mantenimiento de sus espacios públicos.
Ahora que hay abierto un proceso de revisión de la autorización del uso del glifosato en la UE y que los estados se van a reunir para debatirlo, tenemos la oportunidad de retirarlo del mercado. En este marco, una gran coalición de organizaciones europeas ha lanzado una Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) para pedir la prohibición del glifosato. Se trata del instrumento más poderoso que tenemos como europeos para dirigirnos a la Comisión Europea. Si reunimos 1 Millón de firmas, la Comisión estará obligada legalmente a escuchar nuestras demandas.
En un mes, más de 400.000 europeos se han unido a la campaña. Nunca antes una ICE había conseguido tantas firmas en tan poco tiempo. Pero para lograr nuestro objetivo tenemos que alcanzar un millón de firmas con unos mínimos en siete países, antes de junio de este año, y no va a ser fácil. Por otra parte, sería muy deseable superar ampliamente el millón de firmas para que la Comisión Europea se sienta aún más presionada por la ciudadanía.
Para ello necesitamos tu firma. El glifosato no es algo ajeno: se usa en el parque de tu barrio, en sus calles y plazas. Ya es hora de desterrarlo para siempre de nuestras vidas. Con tu firma es posible.
Si aún no lo has hecho, puedes firmar a través del siguiente enlace o pinchando en esta imagen de la campaña.