El símbolo de la huerta del Sol

El huerto urbano que, desde hace unos días, crece a orillas de la fuente de la Puerta del Sol constituye una metáfora de la incipiente pero creciente demanda social para que las cuestiones medioambientales se sitúen en el centro de la agenda política.

El símbolo de la huerta del Sol
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Los huertos comunitarios que estamos impulsando desde el movimiento vecinal están resultando muy productivos, no tanto por los kilos de verduras y hortalizas producidos, como por el hecho de que están enfatizando la dimensión social de estos nuevos espacios: la recuperación del valor de uso de espacios degradados convertidos en nuevas zonas verdes, la promoción de espacios intergeneracionales de encuentro o la diversificación del paisaje, sin olvidar el hecho de que constituyen una nueva forma de participación ciudadana y una herramienta para promover la educación ambiental.

Estos ejercicios de microurbanismo expresan la creciente disconformidad de la ciudadanía con el modelo dominante de ciudad y los estilos de vida que induce y la exigencia de volver a introducir la naturaleza en la vida cotidiana de los entornos urbanos. Cada vez más vecinas y vecinos establecen como prioritario abordar los problemas derivados del desarrollo de ciudades sobredimensionadas que, como Madrid, han abandonado una planificación urbana a escala humana y los límites biofísicos del planeta (cambio climático, crisis energética…).

En política se habla mucho del valor de los gestos, de pequeños actos que condensan un alto voltaje simbólico. El campamento de la Puerta del Sol, más allá de su dimensión reivindicativa, representa un boceto, un esbozo de otras formas de sociedad alternativas donde se expresan y hacen visibles temáticas y sujetos olvidados. El gesto de haber plantado una huerta en la fuente de la plaza, en el corazón de la ciudad, sintetiza de una manera muy visual la necesidad de introducir las cuestiones ambientales en el centro de la agenda política.

El movimiento del 15M ha quebrado las narrativas oficiales sobre la crisis, mostrándola coma una gran estafa en la que se han socializado las pérdidas (paro, desahucios, precariedad, recortes sociales, privatizaciones…). La indignación sobre la situación socioeconómica ha guardado un espacio para que la cuestión medioambiental no siga siendo desplazada e invisibilizada.

La fragilidad de esas plantas en medio del asfalto y el granito es una metáfora de un movimiento que acaba de germinar en lo que parecía un entorno poco fértil. Una sorpresa bienvenida que ahora nos toca cuidar entre todos y todas, responsabilizándonos de su desarrollo para que pueda dar los frutos que todos esperamos.

Kois, responsable de Huertos Urbanos de la FRAVM.

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