El pasado 15 de septiembre se sometió a información pública la solicitud de licencia para la instalación de un crematorio en el número 36 de la Avenida Los Rosales. Se trata de la segunda vez que la empresa propietaria del Tanatorio de la M-40, Parcesa Parques de la Paz, demanda construir la polémica instalación. Tal y como indican las asociaciones vecinales de Villaverde y San Fermín (Usera) en un comunicado, en 2002 la empresa solicitó “una licencia que fue retirada tras la presión vecinal, que se posicionó en contra de un equipamiento que genera malos olores y emisiones nocivas al aire del entorno”. La ciudadanía protagonizó entonces varias manifestaciones y consiguió reunir 15.000 firmas en contra de la instalación.
Trece años después Parcesa vuelve a la carga, a pesar de que la Ordenanza General de Protección del Medio Ambiente Urbano del Ayuntamiento de Madrid exige claramente una distancia mínima de 250 metros desde “el foco de emisión a viviendas o lugares de permanencia habitual de personas”, algo que se incumple de manera clara en este caso. De hecho, recuerdan los colectivos vecinales, “a escasos metros de la construcción solicitada se encuentra el Instituto El Espinillo, dos parques, varios bloques de viviendas y dos centros comerciales, entre otros espacios incluidos en la ordenanza”.
Los hornos crematorios son instalaciones de riesgo que generan sustancias de alta toxicidad como el monóxido de carbono, el mercurio, el cadmio, el plomo, las partículas sólidas, el cloruro de hidrógeno, las dioxinas, los furanos y los dióxidos de azufre. En una pregunta realizada el 14 de noviembre de 2014 en el Parlamento Europeo por la diputada Marina Albiol a propósito de los riesgos de salud pública derivados del crematorio en Sant Joan d’Alacant (Alicante, España), la representante afirmó que las dioxinas y los furanos producidos por un horno crematorio se consideran agentes cancerígenos hasta los 581 metros de distancia del foco de emisión.
Respecto a la exposición al mercurio a través del aire existe un consenso científico a la hora de considerar que puede tener serias consecuencias sobre la salud de las personas. En particular, puede provocar síntomas como temblores, cambios emocionales, insomnio, cambios neuromusculares, dolores de cabeza, cambios en la respuesta nerviosa y deterioro de las funciones cognitivas. En los casos más graves de exposición puede provocar también disfunción renal, fallos respiratorios e incluso la muerte, resaltan las citadas entidades vecinales.
Por otro lado, como han denunciado en otras ocasiones, “la normativa del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid es tremendamente discriminatoria con la periferia de la ciudad ya que impide la construcción de este tipo de instalaciones dentro del anillo de la M-30 y, sin embargo, las permite en los barrios que ya acumulan numerosas instalaciones molestas”.
Sin ir más lejos, a pocos metros del crematorio que se quiere construir se encuentra la depuradora de La China, que contamina el aire de la zona desde hace décadas a pesar de las promesas de cierre de los últimos años. Pero no sólo es La China, afirman los colectivos ciudadanos en su nota: “en un radio de muy pocos metros se encuentran también las depuradoras de La Gavia y Butarque, que provocan malos olores a diario. Los vecinos de la zona padecen además los olores que llegan de la incineradora de Valdemingómez, más alejada de la zona pero cuyos efectos también se hacen sentir, así como los olores propios del río a su paso por el tramo II del Parque Lineal del Manzanares que, debido a su abandono, genera además constantes plagas de insectos”.
Las asociaciones de vecinos de Villaverde y San Fermín han decidido presentar alegaciones a la solicitud de licencia y ya han organizado varias asambleas informativas. La última tuvo lugar el pasado viernes en el barrio de Butarque.
Además, han convocado una manifestación el día 6 de octubre que partirá desde los diferentes barrios afectados hasta el Tanatorio de la M40, con el objetivo de mostrar su rechazo firme a la construcción del crematorio.