Con motivo de la Covid-19, este año la Fundación de Abogados de Atocha se ha visto obligada a suspender los habituales actos que organiza en el Auditorio Marcelino Camacho y a limitar al máximo la asistencia a las ofrendas florales que cada año impulsa en los cementerios de Carabanchel y San Isidro y ante el citado monumento, que se encuentra a unas decenas de metros del número 55 de la calle Atocha, el lugar donde fueron acribillados los abogados.
Quique Villalobos, que depositó en la famosa escultura una corona de la FRAVM en recuerdo a los “abogados de barrio”, acompañó en las ofrendas florales a los máximos representantes de la fundación, de CCOO de Madrid y del PCE, sindicato y partido en el que militaban las víctimas del atentado terrorista. Tras el acto en Antón Martín, Jaime Cedrún, secretario general de la central sindical madrileña, destacó que el 24 de enero “se ha convertido en España, e incluso a nivel mundial, en un día de reconocimiento a todos los que luchan por la libertad, por la democracia, por la igualdad”.
Este año, la Fundación Abogados de Atocha ha otorgado su premio anual a las y los trabajadores de los servicios esenciales de la Covid-19, un galardón que espera poder entregar en mano en un acto público esta primavera. “Con este premio queremos reconocer por un lado el cuidado y la gestión de la crisis sanitaria que realizaron los sectores sanitarios, socio sanitarios y de cuidado de personas, pero también la producción en la industria agroalimentaria, o la reconversión acelerada de otras industrias para la fabricación de equipos de protección individual o respiradores; el transporte se mantuvo para garantizar la movilidad imprescindible para la realización del resto de actividades; actividades como el comercio de alimentación, la limpieza viaria, la recogida de residuos, los centros veterinarios, etc. Las trabajadoras y trabajadores de los sectores denominados como esenciales son la expresión de lo imprescindible para la viabilidad de un país. Son esenciales e imprescindibles porque resuelven necesidades materiales que nos enfrentan a nuestra vulnerabilidad. Por eso merecen todo nuestro reconocimiento, apoyo y cariño”, sostiene la fundación.
Abogados de barrio
Cada 24 de enero, el movimiento vecinal madrileño recuerda a unos profesionales que, además de defender a los obreros y obreras en sus litigios laborales, ayudaban a los vecinos y vecinas de las barriadas desde los locales de las asociaciones vecinales. No en vano, en el momento en que los tres pistoleros de extrema derecha irrumpieron en su despacho de la calle Atocha, 55, aquella fatídica noche, las víctimas celebraban una reunión sobre su actividad como “abogados de barrio”. Los fascistas acabaron con la vida de los juristas Javier Sauquillo, Luis Javier Benavides, Enrique Valdelvira y Serafín Holgado y del sindicalista Ángel Rodríguez. Además resultaron gravemente heridos Alejandro Ruiz-Huerta, Mª Dolores González, Luis Ramos y Miguel Sarabia.
Benavides trabajaba y conocía como la palma de su mano Valdeacederas (Tetuán) y Hortaleza, y junto a Ruiz-Huerta asesoraba también a asociaciones vecinales de Vallecas. Sarabia se dejó la piel por los vecindarios de Orcasitas, Usera y Villaverde, mientras Javier Sauquillo estaba más vinculado al Pueblo de Vallecas y a Alcorcón, en cuya asociación vecinal pasaba consulta junto a Enrique Valdelvira. Dos días antes de la matanza, tal y como recuerda la también abogada Paca Sauquillo, ella, su hermano Javier y su cuñada, Dolores González acudieron a la Asociación Vecinal de Orcasitas “para elaborar un manifiesto sobre la urgente necesidad de legalizar la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos de Madrid” (hoy FRAVM), algo que se produciría unos meses después.