Un miembro de la parroquia de los kikos agrede a una vecina de la Plataforma de Opañel

La tensión que desde hace más de un año se respira en Opañel desde que la parroquia de los kikos, Santa Catalina Labouré, anunció la construcción de una cripta y de un aparcamiento en una parcela pública permutada por el Ayuntamiento estalló en una agresión el pasado 9 de julio. Un hombre vinculado a la iglesia agredió a una vecina que participa en la Plataforma Vecinal de Opañel. El párroco no ha condenado los hechos por no considerarlos ”tan graves”.   

Un miembro de la parroquia de los kikos agrede a una vecina de la Plataforma de Opañel
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El pasado 9 de Julio Sara, una vecina de Opañel fue agredida en la puerta de la parroquia Santa Catalina Labouré del Camino Neocatecumenal (más conocida como los kikos), por una persona que se identificó como el jardinero, que la agarró del cuello, la tiró al suelo y la arrastró porque su perro había pisado el césped. Sara entró en la iglesia pero dentro negaron conocer al hombre. Solo cuando llegó la policía admitieron que frecuenta y atiende la iglesia y facilitaron sus datos. Sara presentó una denuncia acompañada de un parte de lesiones.

La Plataforma Vecinal de Opañel no cree que la agresión tenga una relación directa con la protesta, pero ‘sí con el clima de tensión que desde hace más de un año se respira en el barrio’ desde que comenzaran las protestas vecinales contra el ‘ostentoso’ proyecto de la parroquia, que contempla la construcción de una cripta y un complejo funerario en un parcela que el vecindario reivindica para su destino a un polideportivo u otros equipamientos sociales.

La plataforma denuncia que, desde el inicio del conflicto, los miembros de la parroquia ‘han ido fomentando actitudes hostiles hacia los vecinos que apoyan la protesta, desde preguntar a los niños que hacen la comunión si sus padres la apoyan, hasta ser increpados, amenazados y, a veces, a punto de ser agredidos por miembros de la misma’. Desde las redes sociales, añaden, ‘han señalado personalmente a los vecinos más activos como auténticos radicales por el mero hecho de defender un barrio mejor para todos y no para unos pocos’.

En este tiempo, añaden, ‘hemos asistido a un exagerado despliegue policial para proteger la iglesia, en especial durante las obras del aparcamiento y la instalación del vallado’, un hecho que comporta ‘un gasto público innecesario’ teniendo en cuenta que ‘jamás ha habido una sola intervención policial’ en las movilizaciones.

La agresión a Sara ‘ha traspasado la línea roja’. A su juicio, la parroquia ‘ha encubierto y protegido al agresor cuando debería haber denunciado’. El párroco, que elude cualquier responsabilidad, ha declarado que no considera ‘tan grave’ lo acontecido y se ha negado a condenar públicamente la agresión.

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