La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha visitado hoy el recinto principal de la obras de ampliación de la línea 11 de Metro en el barrio de Comillas, Carabanchel. Se trata de la segunda visita institucional de la Administración regional y, de nuevo, las entidades ciudadanas que representan a la población del barrio, como la Asociación Vecinal Parque de Comillas y la Asociación de Familias del Alumnado del colegio Perú, no han sido avisadas ni invitadas a este acto informativo.
“De nuevo, lamentamos esta falta de transparencia y comunicación en unas obras de calado como estas que han arrasado las 5 hectáreas del único pulmón verde del barrio. Entendemos que unos trabajos de tal magnitud no pueden realizarse a espaldas de la población afectada. Demandamos información sobre el proceso, el cronograma de obra o saber cuándo llegará la tuneladora y cómo afectará a la cimentación de las viviendas cercanas y al colegio”, deploran desde estas asociaciones.
“La nueva parada de Metro en el barrio es el logro de una demanda histórica, por lo que no estamos en contra de esta obra, sino de la manera de realizarla. La extracción diaria de toneladas de tierra y escombros y el tráfico de vehículos de tonelaje en un barrio de calles estrechas y densamente poblado requiere de unas medidas extremas de seguridad y salubridad que no se están dando. La Administración ha rechazado la instalación de medidores de ruido y partículas en el colegio Perú, un centro escolar al que acuden a diario cerca de 600 niños y niñas de entre 4 meses y 12 años, y que desde este curso cuenta con 7 aulas de educación especial, población más sensible a los efectos de las obras”, añaden.
Hasta la fecha, la Comunidad de Madrid ha ignorado el grueso de las peticiones de información y las demandas formuladas por las asociaciones citadas. Tan solo se accedió al refuerzo de una parte de las ventanas del colegio Perú, separado a solo 25 metros de la valla de obra, pese a que se pidió cambiar la totalidad de las mismas, y se instalaron unas pantallas acústicas que han resultado ineficaces. También se ha rechazado la comisión de seguimiento, recurso habitual en otras obras públicas de similares dimensiones.
Ahora, la lucha del barrio camina hacia el diseño del nuevo parque tras las obras, un proceso que involucra al Ayuntamiento y a la Comunidad de Madrid y en cuyo resultado espera la vecindad poder participar.
“Nos enviaron un proyecto farragoso de regeneración del parque de Comillas, con hasta cuatro propuestas sin concretar la elegida y en el que predominaban, entre otros, grandes extensiones de caminos pavimentados, una gran pista de asfalto con gradas, un kiosco, zonas de pradera valladas o bancos sin respaldo. Iniciativas que nada tienen que ver con lo que barrio desea y necesita para hacer frente a los retos de la crisis climática”.
La Asociación Vecinal Parque de Comillas y la AFA del colegio Perú enviaron encuestas para pulsar la opinión del barrio a este respecto, en ausencia de un proceso participativo impulsado por las administraciones. Los resultados apuntan a amplias zonas verdes, al incremento de arbolado respecto a la cifra anterior, a caminos de arena para mitigar el impacto de la isla de calor en verano, fuentes, bancos con respaldos y áreas infantiles con sombras.
“Queremos un parque para que lo disfrute la vecindad, no para que los turistas se hagan fotos ni que sea una mera zona de paso camino al metro. Rechazamos esas extensiones de asfalto que luego se puedan alquilar a eventos privados como sucede en otros parques madrileños. Comillas sigue siendo un barrio de vecinos y vecinas, y queremos que el nuevo parque sea el lugar de encuentro vecinal que siempre fue”.
UN AÑO DE LAS TALAS MASIVAS
Este 11 de diciembre se cumplió el primer año desde que la Comunidad de Madrid arrasara el parque de Comillas, talando 139 árboles sanos y de gran porte. La masacre medioambiental respondió al uso del terreno para preparar el recinto de acceso a la tuneladora, la máquina de 10 metros de diámetro que excavará el nuevo trazado del túnel.
Esta medida se tomó tras modificar la Administración regional el proyecto constructivo sin someterlo a declaración de impacto medioambiental. Las asociaciones vecinales lamentaron esta medida pues había alternativas para evitar las talas masivas. “No es lo mismo construir una estación de Metro, que también habría conllevado cierta destrucción arbórea, que utilizar las 5 hectáreas de parque para todo lo que conlleva una tuneladora. Había otras alternativas menos lesivas para el medio ambiente, y la Comunidad de Madrid las desoyó todas”.