Es la tercera protesta en los últimos seis meses por el mismo motivo. La agrupación vecinal espera que sea la última pero, por si acaso, ha subrayado que no piensa rendirse. Ama demasiado al barrio, por muy abandonado y castigado que esté. Lamentablemente, está muy habituada a la inacción de las administraciones ante sus problemas, que no son pocos.
De hecho, si atendemos al índice de vulnerabilidad del Ayuntamiento de Madrid, San Cristóbal de los Ángeles ocupa el cuarto puesto de la ciudad. Este índice resulta de cruzar datos como la esperanza de vida, la tasa de paro, el nivel de estudios, la renta media, el valor catastral de las viviendas o el número de familias perceptoras de renta mínima. A cifras muy preocupantes de estos valores hay que sumar ahora un repunte del tráfico y consumo de drogas duras, fenómeno que ha provocado un incremento de los robos y otros delitos y, por ende, de la sensación de inseguridad.
Recordemos que tras varios sucesos violentos y un incremento notable del trasiego de traficantes y toxicómanos en el barrio durante la fase de desescalada del primer confinamiento de la Covid-19, el 11 de junio varios centenares de personas se manifestaron en el barrio para pedir una respuesta a las administraciones públicas, y otras tantas hicieron lo mismo el 9 de julio. Desde entonces, pocas cosas han cambiado. El Polígono de Villaverde continúa siendo uno de los nuevos centros del tráfico de droga del sur de la capital, lo que ha llevado a San Cristóbal de los Ángeles imágenes y penurias que no se veían desde los años ochenta.
Por todo lo anterior, el sábado las cazuelas volverán a oírse en San Cristóbal para criticar “el abandono institucional” y reclamar “un barrio limpio y seguro”, con unos “servicios públicos de calidad” y un polígono industrial que sea fuente de empleo y riqueza y no de abandono y ruina.
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