En febrero de 1937, más de 15.000 personas murieron en la batalla del Jarama, una de las más sangrientas de la Guerra Civil española. En la contienda, en la que se jugaba la ruptura de las comunicaciones entre Madrid y Valencia, sede del Gobierno republicano, participaron, de un lado, tropas regulares españolas, con apoyo de mehalas marroquíes, más contingentes italianos y aviación germana y, de otro, tropas republicanas españolas, con brigadistas internacionales de medio mundo y soldados de 52 de los 66 países censados entonces en la Sociedad de Naciones.
El recuerdo de aquellas sangrientas jornadas aún perdura, especialmente en el sureste de Madrid. En uno de los pueblos de esta zona, en Morata de Tajuña, se levanta el Museo de la Batalla del Jarama, el único que hay sobre la Guerra Civil en Madrid. La iniciativa no partió de ninguna administración pública, sino de dos vecinos de este municipio de 7.000 habitantes: Goyo Salcedo y Pilar Atance. En el mesón que esta última regenta abrió las puertas este museo, cuyos fondos proceden de las vecinas y vecinos del pueblo. Vecinos como Goyo, que ya desde niño fue haciendo acopio de balines, pistolas, máscaras de gas, tinteros, alpargatas, cartas y cajas de juanolas que recogía con su padre con un detector de metales en los olivares cercanos a la casa familiar.
Lejos de recibir alguna ayuda de las administraciones públicas, han tenido que vencer numerosos trámites y trabas burocráticas. A pesar de ello, Goyo y Pilar, con la ayuda de la asociación vecinal, han permanecido firmes en su propósito de hacer del museo un lugar digno de la memoria de los combatientes a los que pretenden homenajear.
El próximo sábado, conmemorarán el 75º aniversario de la batalla presentando una escultura realizada con restos de metralla recuperados de los campos morateños.