Situado en el número 125 de la calle Villalobos, los 30 metros cuadrados de La Esquinita son toda una institución en el barrio vallecano de Los Pinos de San Agustín. Un emblema que resiste como único superviviente de una galería comercial que en su día daba de comer a 60 familias. La galería y el local son propiedad de los Hermanos Santos, conocidos constructores y rentistas de la zona, que los explotan a través de la Inmobiliaria Sandi.
La empresa dispone de decenas de pisos, garajes y locales comerciales en Puente y Villa de Vallecas y otros distritos como Salamanca, Retiro, Latina o Moncloa, y ha aprovechado el retraso en el pago dos recibos de alquiler para denunciar a Isabel y José y conseguir la orden de desalojo. La pareja insiste en que no tiene ninguna deuda con la inmobiliaria ya que la canceló en el plazo de diez días que marcó el juzgado. “Nos van a dejar sin nuestro único sustento; está claro que quieren vaciar la galería para hacer otros negocios con ella”, indica Isabel Ramos, que con 51 años esperaba llegar a la jubilación en La Esquinita. Y de igual manera su marido, José Alonso Martín, que tiene cuatro años más y padece una enfermedad grave. “¿Dónde voy a ir ahora con mi situación? Siempre hemos pagado y no tenemos ninguna deuda, pero con la crisis a veces nos retrasábamos. No es fácil pagar los 750 euros de alquiler”, afirma.
La asociación vecinal del barrio, que no suele inmiscuirse en conflictos entre “particulares” lleva días movilizándose para frenar una “injusticia mayúscula”. “No entendemos como el juez ha ordenado el desalojo, aunque también ha dejado claro que si la inmobiliaria quiere, puede evitarlo en cualquier momento. Si sigue adelante, nos tendrá enfrente, pues no vamos a consentir el desahucio de estos dos vecinos”, asegura Mariano Monjas, de la AV Los Pinos de San Agustín. La entidad, que ha animado al vecindario a concentrarse ante La Esquinita a la misma hora del desalojo, ha enviado una carta a los hermanos Santos y ha tratado, en vano, de conversar con ellos para que desistan de su objetivo de echar a la calle a la pareja.
“Han sido unos vecinos ejemplares. Y por eso lamentamos mucho lo que les está pasando (..) nos dirigimos a ustedes para intentar llegar a acuerdos antes de verse abocados a una situación como la que se plantea, que es muy desagradable para este barrio, que está muy encariñado con la familia y con el establecimiento que regenta desde hace 40 años”, puede leerse en la citada misiva, que concluye con una advertencia: “de no llegar a un acuerdo, el barrio en general estará presente en el momento del desahucio para manifestar su desacuerdo e impedir, si fuera posible, que se cometa una flagrante injusticia”.