De hecho, supone apostar por algo muy parecido a los antiguos y ya superados consejos territoriales, anteriores a 2017. Por ello, la entidad vecinal, que hoy aglutina a 290 asociaciones de la comunidad autónoma, 185 de la ciudad de Madrid, presentó la semana pasada una batería de alegaciones con el fin de suprimir la excesiva injerencia del Gobierno municipal en los consejos y hacerlos más eficaces y abiertos a la participación de la vecindad de los distritos. En una línea similar se manifestaron hace unos días los vicepresidentes de los Foros Locales de Madrid.
En sus alegaciones, la FRAVM solicita eliminar en primer lugar la figura del “organizador de mesa” del consejo, ya que recae en un/a vocal vecino/a, es decir, en un/a representante político que además tiene voz y voto. “Que las mesas tengan que funcionar bajo la tutela de un/a vocal vecino/a parece una injerencia tremenda, que además tengan voto en las sesiones del consejo de proximidad, parece un control inaceptable. Los/as vocales vecinos/as ya tienen su ámbito de actuación, que es el pleno de la Junta de Distrito. Parece lógico que sea la ciudadanía la que tenga voz y voto en su espacio propio, el de la participación ciudadana, a la vez que las personas representantes de los partidos políticos y del Gobierno respeten este espacio sin pretender influir en lo que allí se trate y decida ni en cómo se haga”, puede leerse en el documento de propuestas de la federación.
Si a esta controvertida figura le añadimos que la presidencia del consejo recae en el concejal/a presidente/a del distrito, que también tiene voz y voto y este último es de calidad en caso de empate, nos hallamos ante un espacio que parece concebido para buscar el refrendo de la acción del gobierno de turno. “Con este funcionamiento se corre el grave riesgo de desmotivar la participación, porque directamente sólo se invita a participar en aquello que propone el Gobierno o en aquello que aprueba el Gobierno. Supone un ataque frontal a la independencia del consejo de proximidad y a su autonomía, características indispensables e irrenunciablemente inherentes a un órgano de participación ciudadana”, sostiene la federación.
Otro aspecto polémico del proyecto de consejos de proximidad es que solo podrán tratar asuntos de competencia distrital, lo que en la práctica supone reducirlos a “cuestiones menores”. Esto resulta tremendamente restrictivo e injusto, y para ilustrarlo la FRAVM pone el ejemplo de la depuradora de La China. La instalación se ubica en el distrito de Puente de Vallecas y es competencia de área de Gobierno de Medio Ambiente y Movilidad, pero el vecindario más afectado por sus ruidos, olores y plagas de mosquitos es el de San Fermín, en Usera. Con el nuevo modelo de participación del Ayuntamiento, el consejo de proximidad de este último distrito no podrá realizar ninguna propuesta respecto a un problema que, sin embargo, sufre su población de manera directa.
Además, para que una proposición del consejo sea admitida a trámite, deberá contar con un informe jurídico favorable, algo que no se exige a otros órganos, grupos o entidades en sus propuestas a la junta municipal, un “agravio comparativo nada recomendable si lo que se pretende es animar a la participación”. “Creemos que los consejos de proximidad deben poder abordar cualquier asunto que afecte directamente a la ciudadanía del distrito, con independencia del ámbito territorial y competencial”, defiende la entidad vecinal.
Respecto al número de mesas del consejo, el proyecto las limita a las áreas de gobierno municipales, algo que la FRAVM considera excesivo, y por ello propone ampliarlas a “un máximo de dos mesas diferentes de las inicialmente correspondientes a las áreas de gobierno”.
Por otro lado, la entidad vecinal considera “un despropósito limitar a dos las asociaciones que pueden participar en un mesa”. Frente a esto, defiende que puedan acreditarse “cuantas asociaciones del distrito lo deseen, quedando limitado el valor de su voto ponderado por el siguiente baremo: hasta 100 personas asociadas, 2 votos y de 101 en adelante, 3 votos”.
La FRAVM también critica que cualquier ciudadano, desde su casa, pueda enviar por correo electrónico peticiones, sugerencias o aportaciones al consejo de proximidad para que sean debatidas en su seno. “Con este planteamiento corremos el peligro de que el consejo de proximidad acabe convirtiéndose en un órgano destinado a responder/resolver lo que llega a un buzón de sugerencias, perdiendo su verdadera función principal, que debería ser tener capacidad propositiva desde el debate colectivo de propuestas de mejora para la ciudad. Esto que se plantea ya lo puede hacer la ciudadanía mediante los mecanismos de que dispone en el 010 y web municipal (..) La búsqueda de atajos en la participación no suele tener buenos resultados”, subraya la federación.
Finalmente, la FRAVM propone en sus alegaciones facilitar y regular en los consejos de proximidad la participación de la infancia y la juventud. “No se hará real la misión principal de estos Consejos, que no es otra que el fomento de la participación ciudadana, si en ese diálogo abierto, transparente y responsable se deja de lado la participación de los niños, niñas y adolescentes de menos de 16 años”.