En los últimos años diez años, más de 40 salas de cine han echado el cierre en Madrid y hoy solo sobreviven 39, un 67% menos que en 2004, según datos del Ministerio de Cultura. La mayoría han sido reconvertidas en centros comerciales. Unas pocas, en teatros. Se trata de un proceso que afecta a toda la ciudad, pero que se ha cebado especialmente en la zona que atesoraba la mayor cantidad de espacios de exhibición, el distrito Centro. Basta darse un paseo por la Gran Vía, otrora emblema de la cultura en la capital, para darse cuenta de la magnitud del fenómeno. Diez de sus trece cines han cerrado para dar paso a una invasión de tiendas de grandes marcas y franquicias.
La próxima calle Fuencarral, que hace años llegó a tener siete cines, ha sufrido el mismo proceso. Tras el cierre de la sala del mismo nombre y del cine Bilbao, en 2013 el Roxy A y el Roxy B cesaron su actividad, de tal forma que hoy solo sobreviven dos salas: la Proyecciones y la Paz.
Ante la sorpresa de las asociaciones vecinales de la zona y de las entidades sociales y culturales que forman parte de la Plataforma en Defensa de la Cultura, el Ayuntamiento de Madrid aprobó en pleno el pasado 28 de octubre la conversión del uso recreativo de la parcela de los Roxy a uso comercial, lo que servirá para abrir un nuevo supermercado. Con objeto de protestar contra esta decisión y solicitar que el espacio siga reservado para uso cultural, la citada coordinadora ha convocado una “movilización creativa” este domingo 15 de noviembre a las 12:30 ante el número 123 de la calle Fuencarral. Con el lema “Nunca más. Salvemos todos los teatros y cines de Madrid”, la Plataforma llama a “abrazar los cine Roxy”, una acción que servirá para reclamar la derogación urgente de la normativa municipal que permite el cambio de uso de los espacios culturales, algo que contribuye a “anular la identidad de la cultura madrileña y contribuye al expolio de su patrimonio”.