Con sus 1.722 hectáreas, la Casa de Campo es el mayor parque urbano de Europa. Sin embargo, cada día lo transitan más de 5.000 automóviles como atajo para acceder a la capital. Lo hacen a través del llamado túnel de Las Moreras, un acceso que ahora, por fin, se va a clausurar. Hace diez años, en julio de 2007, la Plataforma Salvemos la Casa de Campo consiguió el cierre de paso transversal al parque, quedando pendiente el de la carretera de Las Moreras.
Por ello, la Plataforma celebra esta decisión del Ayuntamiento y recuerda que muchas personas con responsabilidad política en la actual corporación madrileña han participado en las numerosas acciones promovidas por esta entidad desde su creación en 1990.
Junto con el cierre al tráfico de paso se incluyen otras medidas importantes, como las de proteger, mantener y conservar los numerosos puntos y construcciones, muchas más que centenarias, en el interior de este recinto y que se han deteriorado por el sistemático abandono que han sufrido.
A este respecto, la Plataforma Salvemos la Casa de Campo quiere señalar la buena voluntad e interés del personal municipal que ha participado en la gestión de la Casa de Campo. A pesar de disponer de unos recursos limitados, han establecido una relación colaborativa con la red ciudadana que ha propiciado numerosas y positivas actuaciones para conservar, reponer y recuperar su rico patrimonio: Eras isabelinas, fortines de la Guerra Civil, rotondas históricas, tramos de tapia, el viaducto de Sabatini, etc. La Plataforma espera que los 109 elementos señalados por el Ayuntamiento tengan una asignación presupuestaria adecuada para su mantenimiento.
Entre las cuestiones pendientes queda qué tipo de uso se hará del Palacete de Los Vargas. Para la Plataforma debería estar ligado a la esencia de la Casa de Campo y no a otros usos, lo que implica rehabilitar el entorno del edificio: los dos Reservados y la valiosa y renacentista Galería de las Grutas, entre otros puntos.
Pero Ecologistas en Acción y la Plataforma señalan que aún quedan muchos temas por resolver en este singular parque. Uno de los principales es la presencia masiva del coche, que además afecta a las barriadas colindantes, desde el Puente de Segovia hasta el final del Barrio de Batán en la misma A 5. Los problemas de movilidad, ruido y contaminación se producen sobre todo con ocasión de eventos masivos o por causa de las instalaciones de ocio ubicadas dentro de la Casa de Campo. Una estricta limitación de entrada de vehículos, con instalación de paneles informativos, es una demanda todavía no resuelta. En otros lugares sensibles esta medida es aceptada sin rechistar (casos de La Pedriza o el puerto de Navacerrada). El acceso está más que garantizado con medios públicos: el parque dispone de tres paradas de metro en su interior y una decena de líneas de autobuses (una interior) que dejan en las proximidades.
El vecino y colindante municipio de Pozuelo ha de ser un colaborador en la gestión de la Casa de Campo al compartir su tapia del siglo XVIII y varias rejas de Sabatini. Por estas rejas discurren y provienen los diversos arroyos (Meaques, Prado del Rey, Retamares, de la Zorra, Antequina, Pozuelo) que fluyen desde la rampa de Pozuelo que se desliza hacia el Manzanares.
Ecologistas en Acción y la Plataforma no quieren restringirse a los límites estrictos de la Casa de Campo: para garantizar su futuro es preciso librar a este parque de la creciente presión de uso que sufre (como ejemplo, el uso inadecuado y masivo de la bicicleta todo terreno, los segways, etc.). Esta presión se paliaría también ampliando su ámbito geográfico. Para ello estas organizaciones promueven, junto a más de 40 entidades sociales de la zona, la creación del Corredor Ecológico del Suroeste, que supondría una ampliación en 3.000 hectáreas del espacio protegido, incluyendo los terrenos públicos de Los Retamares.