Según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), el ruido es la causa de más de 1.000 muertes prematuras y 4.000 hospitalizaciones al año en España. Por otro lado, la propia AEMA y la OMS calculan que en 2019 en España se registraron 23.300 muertes prematuras por exposición a partículas en suspensión (PM2,5) y dióxido de nitrógeno. Ruido y contaminación atmosférica son dos de las principales afecciones del tráfico aéreo y la actividad aeroportuaria para la población que vive cerca de los aeropuertos.
Esto representa un enorme problema diario para la salud de decenas de miles de personas en la Comunidad de Madrid. En efecto, la huella sonora del aeropuerto de Barajas abarca 16 municipios en los que viven 675.000 personas. En total, 4,1 millones de personas viven a 20 km o menos del aeropuerto, zona donde se registran altas concentraciones de partículas en suspensión. De ellas, casi 450.000 viven a menos de 5 km y sufren con especial intensidad todos los impactos del tráfico aéreo, y especialmente el ruido provocado por despegues y aterrizajes.
Para sensibilizar sobre estas cuestiones, la Plataforma contra la ampliación de Barajas aprovechará la celebración en San Fernando de Henares de la I Feria de Asociaciones del municipio para, por un lado, informar y sensibilizar a las vecinas y vecinos sobre cómo afecta a la salud de la población, y especialmente a los colectivos más vulnerables -mayores y niños- el continuo sobrevuelo de aviones de los núcleos urbanos. Por otro, para reclamar al Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible (MITRAMS) medidas estructurales para reducir el creciente tráfico aéreo que sufre la población de la zona.
Tras unos años marcados por el fuerte descenso en el tráfico aéreo provocado por la pandemia, en 2023 el aeropuerto de Barajas registró 389.179 operaciones, tan solo un 8,7% menos que en 2019, año con mayor tráfico en la historia de la infraestructura. Y la tendencia es claramente al alza: según datos de Eurocontrol, se prevé que el tráfico aéreo crezca un 4% anual de media en el periodo 2023-2029. Un crecimiento que el Gobierno de España quiere estimular mediante la ampliación del aeropuerto madrileño para poder dar servicio a 90 millones de pasajeros/año en 2031 (actualmente puede gestionar 70 millones). Según un estudio elaborado por Ecologistas en Acción, la ampliación del aeropuerto podría aumentar las emisiones de CO2 un 35% y las de los principales contaminantes atmosféricos en torno a un 20%.
La contaminación acústica representa uno de los grandes problemas generados por la creciente actividad del aeropuerto, especialmente desde la puesta en marcha en febrero de 2023 del proyecto Ambar, que permite aumentar el número de operaciones mediante aterrizajes y despegues simultáneos en pistas paralelas. “En los últimos meses ha aumentado mucho el número de aviones que nos sobrevuelan. Unos 250 aviones pasan cada día por encima de nuestras casas, también por la noche, produciendo un ruido enorme que afecta a nuestro descanso”, afirma Juan Manuel Martínez, vecino de San Sebastián de los Reyes y miembro de la Plataforma contra la ampliación de Barajas.
Un problema que también sufren a diario las vecinas de los municipios de la parte sur del aeropuerto. “Seguir aumentando la actividad del aeropuerto es incompatible con la protección de la salud de decenas de miles de personas que vivimos cerca de Barajas”, denuncia Esther Moraga, también integrante de la plataforma y de la Asociación Vecinal Parque Henares y vecina de San Fernando de Henares. “Por eso, es muy importante que la ciudadanía sepa qué impactos tendrá la ampliación del aeropuerto, tanto para nuestra salud como para el entorno en el que nos encontramos, ya muy afectado por la actividad de la infraestructura”.
Por todo ello, desde la Plataforma contra la ampliación de Barajas se reclaman medidas para limitar el tráfico aéreo. En opinión de Pablo Muñoz, coordinador del área de movilidad sostenible de Ecologistas en Acción, “la única forma de mitigar los impactos del transporte aéreo como el ruido es reducir el número de operaciones, empezando por la paralización de cualquier intervención encaminada a aumentar el número de vuelos gestionados por el aeropuerto. La eliminación de vuelos cortos con alternativa ferroviaria y el establecimiento de límites decrecientes sobre las operaciones, tal y como se está proponiendo en el aeropuerto de Schiphol-Amsterdam, representan otras medidas necesarias para abordar las afecciones provocadas por el tráfico aéreo y la actividad aeroportuaria”.
