Urbanismo y vivienda
El uso racional de los recursos para hacer de las ciudades hábitat sostenibles a través de la colaboración entre los agentes presentes en el territorio centra, hoy por hoy, la labor del movimiento vecinal en materia de urbanismo en su afán por hacer frente al modelo de desarrollo neoliberal imperante. Un modelo que alienta un descontrolado consumo de recursos, una orquestada segregación social y territorial y la descohesión social, al tiempo que relega la activa participación de los ciudadanos y la planificación democrática.
Desde sus orígenes, el movimiento vecinal madrileño ha luchado por implementar las demandas y necesidades colectivas en el debate sobre la ciudad y las estrategias urbanas, situando a los ciudadanos y su disímil calidad de vida en el centro mismo de todas las decisiones relativas a la ciudad y estimulando la regeneración democrática mediante el ejercicio activo de la ciudadanía. De ahí nuestra reiterada definición de las ciudades y pueblos que queremos: humanos, solidarios, sostenibles, vertebrados, seguros, participativos y administrados cercanamente.
Así, el principio que guía, tanto a la FRAVM como al asociacionismo vecinal madrileño, en sus propuestas urbanísticas y de planificación y ordenación del territorio apunta a la necesidad de intervenir sobre la ciudad consolidada frente a los nuevos crecimientos, máxime los que se programan al límite de la capacidad de los términos municipales. Los frentes de lucha se extienden, hoy día, por numerosos barrios y pueblos de nuestra región, donde las asociaciones vecinales actúan de forma organizada y coordinada al objeto de completar el sistema dotacional público, sus déficits y desequilibrios en la distribución territorial; ampliar y mejorar los espacios verdes; rehabilitar, recuperar y conservar el casco antiguo y los centros históricos; rehabilitar o, en su caso, remodelar el caserío en estado deficiente; promover la construcción de vivienda protegida; erradicar la infravivienda y el chabolismo…
La lucha por el derecho a la vivienda
El concepto de hogar está desapareciendo paulatinamente, en el seno de las sociedades postindustriales, ante la vivienda convertida en objeto privilegiado de negocio, de modo que el derecho a una vivienda digna se ha convertido, particularmente en nuestra región, en una entelequia. La lógica interna del mercado es incompatible con el principio social del derecho a una vivienda digna. Hablamos de una contradicción que debería resolver el Estado y del objetivo de uno de los principales caballos de batalla de la Federación: la lucha por un alojamiento y la dignificación de los barrios populares. El derecho a la vivienda y el derecho a la ciudad, una ciudad de todos y todas.
El problema de la vivienda en Madrid es, ante todo, un problema de acceso que tiene funestas consecuencias sobre el bienestar de las familias: expulsión de la población joven hacia la periferia de la corona metropolitana, aumento del hacinamiento, retraso de la edad de emancipación… Todo ello no se explica por un déficit cuantitativo de de viviendas, por unos bajos niveles de construcción o una supuesta escasez de suelo urbanizable, sino por la inadecuación entre la oferta en términos de precios de venta y rentas de alquiler y la demanda en términos de solvencia económica. La infernal dinámica del mercado ha deparado una rígida segmentación de la demanda en solvente (la minoría) y semisolvente e insolvente (la mayoría). La quiebra de la promoción de viviendas con algún grado de protección es responsable directa de la situación.
La cuestión de la vivienda requiere una decidida intervención por parte de las administraciones al objeto de garantizar a la ciudadanía el acceso a una vivienda digna en el municipio; rehabilitar y recuperar el parque inmobiliario deteriorado manteniendo los usos residenciales y sin desplazar a las poblaciones residentes; priorizar la austeridad y la salvaguarda en la gestión del alojamiento, haciendo especial hincapié en la rehabilitación y remodelación del patrimonio inmobiliario; favorecer la diversificación del alojamiento, tanto del régimen de tenencia mediante el fomento y la promoción del alquiler como de las características del parque (superficie, número de dormitorios…); racionalizar la ocupación para poner fin al agravio que supone la existencia de decenas de miles de viviendas vacías en nuestra región; atender específicamente las necesidades de vivienda de la población inmigrante para impedir la proliferación de asentamientos de infravivienda o la formación de guetos urbanos y erradicar definitivamente el chabolismo, entre otros objetivos.
Defendemos un tipo de urbanismo que pone en el centro el bienestar social y no el beneficio económico, y la vivienda como un derecho universal, no como un negocio.
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Tradicionalmente, el Área de Urbanismo y Vivienda de la FRAVM ha tenido una actividad muy intensa en la producción de informes, alegaciones a la Administración, estudios y todo tipo de materiales. Este apartado recoge los documentos editados por el área.